El proyecto se centra en el diseño de un edificio residencial en un solar con una ubicación problemática, colindante con la M-30 de Madrid y en contacto con la trama urbana existente. Los dos bloques se conciben como un único edificio, con continuidad en toda su longitud, tanto en su distribución en planta como en el tratamiento de sus fachadas, que se complementan, siguiendo el ritmo compositivo.
Y es precisamente en el tratamiento de las fachadas y la distribución de las estancias donde se resuelve el problema, situando toda la zona de noche hacia la M-30, con orientación noroeste, y tratando la fachada como una gran barrera, dotándola de diferentes capas y espesores que permiten tanto el aislamiento acústico como el ambiental. La fachada se pliega, creando un pliegue no coincidente en cada planta, creando un edificio unificado. La zona de día se sitúa en la orientación opuesta. Esta fachada sigue el carácter compositivo de la zona, dando lugar a una serie de graderíos cuya dirección recuerda el trazado urbano existente.